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En la edición del concurso bulthaup 2018 | La cocina como espacio vital, los miembros del jurado concedieron por unanimidad el premio al proyecto “Loft en Ciutat Vella” del Estudio Vilablanch -con la colaboración para la cocina del distribuidor bulthaup barcelona-, por su maestría “al conjugar el espacio original y la integración de los materiales nuevos con los existentes, tomando la cocina como elemento articulador del espacio familiar de la vivienda”.
Ciutat Vella, una caja de sorpresas
El casco antiguo de Barcelona es una auténtica caja de sorpresas. Vigilada a consecuencia de su fallida resistencia ante las tropas de Felipe V, no fue hasta 1858, con la construcción del Eixample, que la ciudad finalmente pudo esponjarse más allá del corsé de sus murallas del siglo XIV. Es por ello que el inicio de la revolución industrial, con sus fábricas textiles y su aumento exponencial de población, tuvo que hacerse sitio en el reducido espacio de una ciudad medieval.
El proyecto Loft en Ciutat Vella representa un caso paradigmático de esa evolución, pues se halla en un edificio situado en el límite interior de donde se erguía la antigua muralla. El inmueble fue primero fábrica textil, para pasar más tarde, en 1890, a convertirse en edificio de viviendas de estilo modernista. Luego, cuando las clases acomodadas abandonaron el casco viejo por las calles más amplias y aireadas del Eixample, fue transformado en almacén, y hoy, con la revalorización de la memoria urbana, ha vuelto a convertirse en residencial.
Un proyecto respetuoso con el pasado
El Estudio Vilablanch decidió abordar el proyecto poniendo en valor esa historia del lugar, haciendo patente el carácter de los elementos de sus distintas etapas, sin tratar de ocultar o domesticar las vicisitudes del tiempo y sus cicatrices.
El espacio se ha reconcebido como residencia familiar aprovechando tanto los elementos de la etapa industrial -columnas de fundición, vigas estructurales, bovedillas y viguetas, que confieren al conjunto un carácter diáfano y casi espartano del loft- como los escasos elementos modernistas supervivientes -sus suelos antiguos y algunos elementos de la carpintería original-, poniendo en evidencia, al sustituirlas con cemento, las zonas de suelo desaparecidas, como se hace en las restauraciones arqueológicas más respetuosas.
La planta, de 220 m2 más 45 m2 de terraza, se despliega entre la fachada delantera, que da a la calle y donde se encuentran los dormitorios, y la trasera, donde está el comedor y el salón biblioteca y se abre al patio de manzana. La disposición del conjunto potencia el juego de perspectivas y el carácter despejado y abierto del espacio.
La cocina como elemento articulador
La cocina en este caso responde plenamente a la idea bulthaup de que ésta constituya el corazón de la vida doméstica. Constreñido por la singular tipología del espacio y respondiendo a la filosofía de respeto y rigor que inspira el proyecto en su conjunto, el equipo Vilablanch optó por una solución arriesgada y valiente al situar la cocina justo enfrente de la puerta de entrada de la vivienda.
En esta cocina bulthaup b3 en laminado canto láser en color antracita, las zonas de preparación y aguas se encuentran en una isla orientada hacia el pasillo que comunica las dos alas de la casa, donde se halla la puerta de entrada. Un antepecho de mármol negro de Calatorao oculta la isla de la mirada de los visitantes. Tras ella, adosadas a la pared, se encuentran las zonas de cocción y almacenaje iluminadas por los grandes ventanales de estructura metálica negro mate que dan a la terraza interior.
Ámbitos de la memoria, placeres del presente
Se trata de una cocina austera por su color y distribución, en consonancia con los elementos de arquitectura industrial con los que convive. Su discreto protagonismo responde al lugar neurálgico que ocupa, articulando el espacio doméstico. Un proyecto respetuoso con el pasado y que a la vez se abre al futuro, dando nueva vida a los ámbitos de la memoria y apostando por los placeres del presente: compartir sabores, aromas, compañías.
Cocina: en colaboración con bulthaup Barcelona.
Fotógrafo: Eugeni Pons.